A Real Pain

A Real Pain




Dos primos se reúnen para tomar un tour a través de Polonia en honor a su abuela.

Escrita y dirigida por Jesse Eisenberg, un dolor real habla sobre la depresión en la juventud. Habla sobre estos tiempos modernos, pues, el personaje de Benji Kaplan (interpretado magistralmente por Kieran Culkin) puede estar representando una muestra social importante que está sufriendo tremendamente por dentro. 

Jesse Eisenberg, interpreta magistralmente a David Kaplan, un joven que tiene matrimonio, tiene hija, trabajo. David es un joven que tiene un proyecto de vida, parece en orden su salud, su familia, su trabajo, su vida social. Ahora se da un tiempo para convivir con su primo hermano, Benji Kaplan, pues ambos son alentados por su abuela a que conozcan su origen en Polonia, y ahora con su muerte la honran para cumplir tal petición. Para Benji, su abuela era sumamente importante, pues ella le daba atención. Benji busca reconocimiento, y ese reconocimiento en su más temprana infancia se lo dio su abuela. No parece Benji tener relación alguna significativa ni con su padre ni con su madre, parece huérfano, y en esta orfandad, obtuvo afecto y cariño de su abuela. La perdida pareció haber sido tremenda entonces. Pues Benji ahora tuvo que vivir con su mamá, y esta profunda tristeza le ha llevado a deprimirse fuertemente, y su primo David lo sabe, pero David con cautela y respeto trata de sobrellevar el viaje. David, reservado y cauto, no se arroja a convivir estrechamente con los demás miembros del tour. En cambio, Benji, actúa de pronto como niño, dice lo que piensa sin miedo a ser juzgado, a veces es bastante impertinente, y sus impertinencias que parecería que molestarían a alguien o enfadarían a los demás miembros del grupo, acaban a veces por hacerlo pero más que eso, logra una conexión humana, al tanto que se vuelve entrañable para cada miembro del grupo. Y puede ser, que esta sensibilidad de Benji, genera la conexión emocional, al punto de que obtiene cariño, afecto, comprensión de los demás, y entabla amistad, fraternidad. David, por su parte, está más tranquilo con la sobriedad con la que trata a los demás, y es que a veces se ha sentido avergonzado por las reacciones impulsivas de Benji durante el viaje. 

Jesse Eisenberg nos presenta una película impecable y magistralmente dirigida. Ciertamente en Nueva York hay un sentido de plenitud y de expansión. El asunto estriba en que Eisenberg, como buen obervador nos invita a eso, a contemplar, a no juzgar, pues detrás de cada rostro, detrás de cada sonrisa puede haber un profundo sufrimiento, y detrás de cada rostro serio puede habitar una tremenda alegría. Sin juzgar podemos contemplar, y contemplar nos invita a poder responder conscientemente. Vemos muchos rostros deambular, y no sabemos qué están experimentando dentro. 

Al punto, también se habla mucho de la herencia emocional que puede tener un ser humano. Sí, Benji, puede recobrar sentido de haber sido un milagro, una esperanza descendiente de la fe de muchos seres humanos que sobrevivieron al holocausto, cosa que paradójicamente no ha tenido en conciencia, pues parece más tener conflicto con la desesperanza que vivieron muchos en aquella época, y que muchos no pudieron seguir dando fe ni esperanza en el mensaje con las siguientes generaciones. Este viaje pudo haber sido uno de tremenda reconciliación con su ser, o tal vez no pasó nada, tal vez se despidió de la vida y regresó a la depresión. No sabemos. Sabemos que hay un sentido de arraigo y de esperanza cuando se sabe quién es uno y cuando se sabe qué quiere uno y cuando se sabe a dónde pertenece uno. 

A pesar de varios avances en la sociedad, el tema de la gestión emocional sigue siendo de una tremenda importancia. 

Benji Kaplan no tiene un plan de vida cuando regrese. Solo pasará el tiempo pasar, matar, pero una de sus profundas problemáticas estriba en que no ha encontrado una pasión, la ruta de su compromiso. No se observa que tenga pasión por su trabajo, por su profesión, se observa que no ha encontrado su vocación. No tiene compromiso con nada ni con nadie. Esta crisis profunda lo tiene en este lamento y en esta profunda depresión donde experimenta angustia y desamparo. Esto es lo que retrata Jesse Eisenberg en una película magnífica, de tremenda fotografía, de gran narrativa, de gran guión y dirección. Y es una muestra, en que, sin pretender nada más, puede estar demostrando lo que millones de jóvenes experimentan hoy, además del síndrome del eterno adolescente que padecen millones de personas, en su edad adulta o en la tercera edad, no habiéndose comprometido con nada ni con nadie, no han podido descubrir su propio ser. Eisenberg solo lo muestra, no plantea ninguna resolución, ni pretende más, simplemente así es y así deja al observador. 

Magnífica película, que además augura a Kieran Culkin ser acreedor al óscar por su fenomenal actuación, consolidándose como una gran figura de la industria. 

Erick Xavier Huerta S. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

The Room Next Door

Nosferatu