SHAME


SHAME

En su ópera prima, Steve McQueen dejo claro que sigue las pautas de los principios básicos del guionismo: “show, don’t tell”. HUNGER demuestra la etapa de huelga de hambre de Bobby Sands en un acto radical de brindar su vida por un ideal. Ahora, McQueen retoma a su actor de cabecera para contarnos la historia de “Brandon”, hombre de clase acomodada en la Constantinopla de nuestro tiempo, en la ciudad de la moda, el lujo y la modernidad. No hay mejor para ser y luchar por ser que New York. ¿Es como lo cuenta la canción de Sinatra? ¿El que va allí asciende a los campos de los Dioses y se consagra como el personaje gestor de los cambios en la humanidad?
Steve McQueen escribe junto con Abi Morgan una historia sobre la condición humana, los vicios internos, el desquebraje del espíritu en las urbes que con su eterno ruido, desaparecen los malos hábitos y la muerte de las almas por dejarse abandonar a los placeres más bajos en busca de la redención y el afecto.
Después de HUNGER, McQueen dejó claro la intención de volver a trabajar junto con Fassbender no importa qué proyecto fuera.  Fassbender asintió, la mancuerna había hecho efecto, uno se consagraba como cineasta y el otro había podido interpretar papeles importantes, interesantes, con reto, y alcanzaba su coronación como uno de los actores más importantes de la era contemporánea.
Si Marlon Brando dejó una silla qué ocupar, sin duda, Fassbender la ha tomado con toda honorabilidad.
Brandon es un tipo formado, educado y vive en el sueño de cualquier joven: New York. Brandon se ha abandonado al placer, vehículo para quitar el estrés de la vida moderna, para desahogar la ira, el enojo y la rabia de un pasado que, hábilmente se omite, pero se expresa implícitamente en cada uno de los parlamentos de los actores, de los hermanos: Fassbender y Carey Mulligan.
“No somos malas personas, simplemente venimos de un mal lugar”
“No encuentro sentido al matrimonio ni a las relaciones, estar con una pareja a la que no le hablas, con la cual ya no hay conexión, no entiendo para qué existen las relaciones….”
Está sólo y lo asume, no quiere que nadie entre a su círculo vital de confort donde el manda, tiene un perfecto mando sobre todo lo que le gusta hacer: ver pornografía, contratar prostitutas y masturbarse…Está sólo y no quiere saber mucho de su familia; es reservado, es implosivo, frío y no quiere contacto humano, solo desahogo del gran enojo que siente.
Ella, su hermana, Sissy; está sola, necesita afecto, es extrovertida, explosiva y no sabe cómo manifestar la gran necesidad que tiene de su hermano por demostrarle apoyo, resguardo, amor.
Hermanos, dos afectados, trastornados por un pasado donde hubo una desvirtud del amor que les ha llevado a encontrar los cauces, cada uno por su lado, de la gran necesidad de afecto y del bienestar que necesita el equilibrio espiritual.
SHAME es el título correcto, diría Ebert.
 SHAME es el filme de la vergüenza de un hombre por cometer actos no bien vistos por la moral; intrínsecamente sabe que hay límites para el bienestar emocional y del raciocinio y Brandon no lo puede controlar; se ha visto envuelto en la toma de una decisión, que en principio, le hizo esclavo de un hábito que ya no le da permisiva de tener mando sobre sus impulsos.
Esta película muestra la mancuerna perfecta entre cinematografía y actuación. ¿Podremos ver alguna vez esto? ¿Se podrá repetir el entendimiento perfecto entre director y actor?
Hay un close up a la mirada y rostro de Fassbender donde muestra enojo, pena y frustración. Hay un close up al rostro de Mulligan donde muestra pena pero no enojo.
Hay un ensamble exquisito de imágenes que no podremos ver fácilmente en otro filme y una edición magnífica donde se pierde el tiempo; pasado, presente y futuro confluyen y lo único que importa al final es el sentimiento y la guerra interna que están enfrentando estos personajes por encontrar un sentido a la vida, por verse plenos, por ya no hacerse presas de la circunstancia y del vacío que les causa vivir en una ciudad que lo tiene todo.
Hay una serie de secuencias magistrales que no creo volver a ver en mi vida; hay un cuadro donde New York se demuestra imperfecto y tan brutal, donde Brandon corre para desahogar la frustración y el enojo que carga, que no ha podido desechar.
El personaje de Fassbender deja claro que se puede hacer cargo de otro ser humano pero al parecer, no hay cura. No hay cura porque no ayuda la circunstancia, el contexto, la inercia del mundo, la globalización, la rapidez y la misiva de no permitirse caer en un mundo de brutal competencia económica.
Es una crítica al sexo como medio para desahogar emociones, como medio para olvidar la realidad; es la narrativa que imprime al sexo el exceso que lleva a perderse en el hábito de la pasión y la perdida de la razón, la incontrolable acción donde el eros arroja a varias personas a los tiempos de Sodoma y Gomorra, sin sentido, sin emoción, camino desvirtuoso para olvidar la tierra y levitar; y aunque la mirada de Brandon lo dice todo en el llanto de sus ojos por no controlarse y albergar una soledad que no puede suplir, Brandon se resigna y en una noche es capaz de abandonarse a la locura.
            Este se ha convertido, desde mi particular punto de vista, en una obra referente como lo es “the last tango en parís”, como es la actuación de Marlon Brando en el padrino y en la ya mencionada, último tango en parís.
La desolada escena donde Brandon queda mirando al horizonte sin encontrar consuelo y sentido, provocó un hoyo en mi estómago y un llanto por las brutales discusiones sobre la razón y existencia que el ser humano ha buscado por toda su historia.
Tanto Mulligan como Fassbender, merecen un óscar.
Tanto Mulligan como Fassbender, han dejado claro el compromiso que alguien debe tener actor.
No hay actores que tomen riesgos como estos como Fassbender. Desde 300, inglorious bastards, HUNGER, Jane Eyre y SHAME. Michael Fassbender es un actor que ha permeado en la historia del cine colocándose como un maestro de la interpretación; su rostro y el matiz de su voz lo ubican como el perfecto interprete de los conflictos que tienen los personajes que día a día, motivan historias como ésta.
Es una obra maestra, es un deber verla. Es un filme maduro y nos enseña lo más profundo en los conflictos que el hombre cotidiano enfrenta día a día en su rutina ordinaria.
SHAME superó mis expectativas;
La actuación de Fassbender me dejó pasmado y
la crudeza de McQueen, en cada una de sus secuencias y escenas,
me hizo reflexionar y pensar para siempre:
en el análisis del conflicto del hombre y su entorno, del hombre y la familia, de los hijos y sus padres, de los hermanos, de los amigos, de los colaboradores, de la globalización, del libre mercado, del liberalismo social, de la dirección de nuestras vidas con cada decisión, del sexo, de la desnudez, del pudor, de nuestros demonios heredados y de la necesidad de afecto que cada uno cargamos.

Erick Xavier Huerta Sánchez

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