La sociedad de la nieve.
La sociedad de la nieve.
La verdadera historia de los sobrevivientes de los Andes. En un vuelo, un equipo de rugby acaba por estrellarse en las montañas de los Andes, pero pocos sobreviven a la tragedia y a la calamidad que les impone la naturaleza.
La escribe y la dirige de forma impresionante J.A. Bayona, con gran fuerza y con gran contundencia, con un mensaje tremendamente portentoso sobre lo que significa la humanidad a través del microcosmos de un suceso que atraviesan unos cuantos seres humanos, que implican un mensaje a toda la humanidad, y esta película es parte de ese mensaje.
Nuestra vida puede cambiar en cualquier instante. Cuando nos subimos a un automóvil, a un avión, a un camión, nuestra vida puede cambiar radicalmente en cualquier instante. Y un viaje simple y sencillo, como puede ser ir de Uruguay a Chile, puede acabar por ser una nueva experiencia, dentro de este mismo mundo en un nuevo mundo para aprender lo que realmente significa la humanidad.
¿Por qué nos ocurre la muerte? ¿Por qué vivimos aquí? ¿Estamos desprotegidos? ¿Por qué tuvieron que atravesar esta experiencia estas personas, estos jóvenes?
La belleza, el lugar, la naturaleza, tan bestiales, que simplemente son, no buscan otra cosa. Aquí los extraños son estas personas que llegaron por accidente, ellos no son de ahí. Compleja y sencilla metáfora de nuestra existencia en este planeta, estamos viviendo una experiencia humana porque somos de otro lugar, somos seres espirituales. Para sobrevivir, nadie tiene que mostrar desesperanza, ni desaliento. No matarás. No matarás la fe ni la esperanza, menos de quienes son menores que tú. Los mayores son ejemplo y guía para los menores. Todos tienen corresponsabilidad. Todos son importantes.
Todos están en suplica de Dios, para que los salve. De pronto, todos estos sobrevivientes tienen que aguantar porque las autoridades han dado la orden de dejar de buscarlos, no los encuentran, y encima de eso vienen las tormentas invernales que sepultan su guarida en los restos del avión, donde logran encontrar tantito calor. Pero ahora lo han perdido todo. Se ha terminado la comida. Ni la oración, ni nada les salva de tener hambre, no se pueden alimentar del prana. Pero Dios les acompaña. Tienen que comer. Pero su energía, su solidaridad también les da cobijo, también les da calor, también les da vida. ¿Qué se dicen? Ahora creen en los dioses que habitan dentro de cada ser humano. Cada persona que se preocupa por los demás, el dios que se manifiesta en la persona que da palabras de aliento, que cuida los cuerpos, que da de comer, que cuida y prioriza a los enfermos.
Nos nutrimos de nosotros. Con energía. Pero la carne de los semejantes es lo único que queda ahí, en la nada, para poder sobrevivir. Los cuerpos están ahí, de sus amigos, y se comen los cuerpos, los pocos que quedan para poder sobrevivir. Los que tienen menos miedo para abrir los cuerpos y sacar la comida, hacen lo desagradable por los otros tantos, todos se ayudan mutuamente. Una herida, de pronto, puede ser garrafal en esas circunstancias, se puede infectar y ya no habrá salvación. ¿Por qué estamos aquí? Queremos vivir. Queremos experimentar la vida. Pero todo lo que hacemos, cuando resulta en sacrificio es que hemos actuado por amor.
No hay amor más grande que aquel que da su vida por sus amigos. Este mensaje de Jesús de Nazareth que vino a enseñar el propósito de nuestra existencia, resuena en toda esta comunidad de sobrevivientes en los Andes, que necesitan fe, consuelo, compasión. Confían en que podrán. Unos sienten la fortaleza de su espíritu.
El temple del espíritu humano se mide en la adversidad.
Si no cooperamos entre todos, si no colaboramos en conciencia, no podremos salir adelante. Solo podremos salir adelante cuando comprendamos que todo lo que hacemos es por cuidarnos, por ayudarnos a que estemos mejor. Porque todo lo que hacemos, vencer la adversidad es por tener más calidad de vida, y eso estriba en todos nuestros vínculos. Hacemos lo que hacemos porque queremos vivir bien.
Este es el mensaje. Cuando hay coraje por vivir, vencemos todas las adversidades, nada nos puede detener, tenemos coraje por respirar y vivir.
Podemos rescatarnos de esta cultura del sufrimiento.
Disfrute cada minuto.
Una película increíble.
Erick Xavier Huerta
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