LOVING PABLO
Tremenda dirección de parte de Fernando León de Aranoa, sobre la adaptación de la historia escrita por la periodista Virginia Vallejo, donde narra su relación amorosa y pasional con el narcotraficante colombiano Pablo Escobar, al punto de su abatimiento por parte de fuerzas especiales de los Estados Unidos de Norteamérica.
La mismísima Virginia Vallejo participa en la escritura de esta película junto a León de Aranoa.
Javier Bardem ya conocía a León de Aranoa por su trabajo como escritor y director en la película española "los lunes al sol". Aquí, el trabajo es impecable.
Aranoa no solamente es fiel a la narrativa de Vallejo, sino que presenta una película muy ambiciosa, con una dirección fina sobre la historia del narcotraficante, bajo la guía de narración del personaje de Vallejo, interpretado magistralmente por Penélope Cruz.
Hay escenas tremendamente remarcables.
Cabe decir que Penélope Cruz se lleva la película, y la mancuerna que hace junto a Bardem, es verdaderamente una joya. Hay escenas que son trascendentales. Hay escenas imperecederas. Bardem y Cruz son grandes maestros de la actuación, y aquí son rivales y co-protagonistas a la perfección. No habría de descartar una nominación y posible triunfo al óscar de parte de Penélope Cruz. Penélope Cruz demuestra su estatura como una actriz entera, una gran diva del séptimo arte. Es un trabajo verdaderamente abrumador.
Y León de Aranoa, junto a Vallejo, hace importantes contribuciones al mundo desde su narrativa, con un discurso que hace una importante crítica al sistema político latinoamericano, donde impera la corrupción y que también vive sujeto al portentoso aparato norteamericano que busca ser el juez de todo mundo de occidente. Aquí, la crítica al imperialismo norteamericano es notable. Bajo la premisa de la justicia, Estados Unidos de Norteamérica incide en regular e intervenir en los desarrollos propios de latinoamérica, evidentemente aquí, bajo bandera de intervención de un mercado no permitido en la tierra de los libres, pero que, a pesar de todo, gustan de participar y de fungir como principales consumidores de las peores drogas. Y es que la cultura latinoamericana, sujeta al imperialismo de Norteamérica, baja la guardia en componer su situación, por una desigualdad meramente intrínseca al sistema económico. Es decir, es una escala de corresponsabilidades y de consecuencias. La macro-desigualdad continental incide en cada una de sus partes. Y por eso también la dejadez de no permitir respeto al interior de las naciones, por culpas expresas a la impotencia de soberanía que hay ante regulaciones estrictas de mercado. Y habría entonces qué analizar si la intervención misma del capitalismo extranjero no es una anti tesis de la propia tesis capitalista de socavar el socialismo, cuando los gobiernos viven sujetos a las dádivas del control mayoritario del dueño de los medios de producción que sujeta a dádivas al soberano sin poder económico. De ahí la importancia del poder político, que hasta nuestros días ha sido presa de lo mismo.
Y es que Pablo Escobar es una de las figuras de narcotráfico más importantes de la era moderna, como un referente, de la crisis que atravesó Colombia al punto de ser un estado en guerra, y de donde se fue expandiendo toda una cultura que resuena significativamente hasta nuestros días. El caso mexicano es el mejor ejemplo.
La película es una radiografía cruda de la violencia que se desprende de esa cultura latinoamericana que lucha por abarcar un mercado que consume principalmente los Estados Unidos de Norteamérica, que ha desprendido terribles casos de corrupción y de impunidad.
Escobar retrata la democracia fallida pervertida por el dinero que hoy muchos buscan deshacer a través de liderazgos morales, sin embargo, es difícil contrarrestar al dios de los hombres convertido en billete. Y así, la política al servicio de los peores intereses, pone al descubierto la inequidad y terrible desigualdad que se vive también a nivel macro en el continente americano, por un ejemplo de la crisis global que se vive en la humanidad. En Colombia la falta de acceso a vivienda digna y oportunidades, tenía en terrible pobreza a un gran sector de la población. Escobar, a diferencia de los intentos del gobierno, era práctico en dar a la gente vivienda y servicios; también a cosa de comprar voluntades y de tener sumido en el miedo a toda una población. El apego al poder, al sexo, a los falsos dioses, encumbraron a Escobar en su terrible auto-destrucción, huyendo para siempre de la justicia, en su pueblo, pero por orden y presión exterior de parte de los Estados Unidos de Norteamérica.
«Loving Pablo» retrata justamente esa hipocresía del sistema, de intereses e intenciones, de ambas partes, de los corruptores y de su corruptor, de la justicia y de la maldad. La democracia, la política, el narcotráfico, alrededor de las intenciones de la justicia, y sus resultados en terribles saldos para la sociedad. Desde los jóvenes sin futuro desde aquellas épocas, de esos casos que resuenan hasta nuestros días, de cómo las juventudes se amalgaman al crimen por poder, por vicio, por éxtasis. Pierden la vida, y se pudre y se pone en riesgo el futuro de las naciones, como subrayó en su momento el presidente Ronald Reagan.
«Loving Pablo» es una película impecable.
Se las recomiendo.
ERICK XAVIER HUERTA
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