ODIO EL AMOR/I HATE LOVE
Dirigida y escrita por Humberto Hinojosa Oscariz, un joven director que debutó con su ópera prima "Oveja Negra"-una gran propuesta mexicana; ahora regresa con un drama adolescente para tratar el asunto complicado del amor.
Ya lo dijeron alguna vez, que el amor no sabe de lenguaje, de razas, castas ni fronteras. El amor sólo aparece, nace, se desenvuelve, es magia, es superstición, es algo intangible que mueve las energías del universo. Mueve nuestros mundos y cura enfermedades, incluso hace nacer grandes males. Todo es por amor.
Hinojosa plantea un drama adolescente, propio de la edad, jóvenes con un conflicto existencial queriendo morir, y traumas propios de una etapa extravagante donde quieres comer todo rápido y en bocados grandes.
Hinojosa es joven pero detallista. Probablemente pueda sentirme un poco consternado por la situación del guión; creo que faltaron desarrollar eventos en la historia, sin embargo, cumple su propósito: es entretenida y es una bella historia. Cuenta con elementos de las clásicas tragedias griegas, de la desgracia que abunda en la hermandad, del trágico destino del cual no podemos escapar, de la eterna disputa y rivalidad que habita en la hermandad, de las pasiones, del amor, de la pobreza espiritual y de la redención.
«Odio el amor» cuenta con un planteamiento de los personajes bastante definido, otro punto a favor de la dirección de Hinojosa, que como el título de su obra presume, empleó todas sus herramientas con amor. Hinojosa se deja llevar por el misterio de esta fuerza, en un discurso que analiza la relación hombre-mujer, bajo un concepto monogámico, con toda la poesía e idealización del eterno y aspiracional: "para siempre". Lo logra. No titubea en su argumento, lo hace, lo busca y lo defiende, aunque muchos se enojen. El amor salva, a pesar de las turbulencias de la vida.
Diego Cataño hace un gran papel. Ya lo hemos visto en Temporada de patos y otras producciones fílmicas. Es buen actor, está preparado y entiende bien las directrices de sus guías.
Ahora, usan a Miguel Rodarte, pero sólo como un nombre para vender, porque su personaje, realmente, no es nada trascendental. Lo pudo haber hecho cualquiera. Digo, Rodarte cumple, sabe su espacio y sus límites y jamás trata de robar cámara. Pero no es un personaje que ayude a su carrera. Rodarte cuenta con preparación y una reputación que lo debe llevar a buscar más protagónicos, personajes de más peso. Cuidado, porque sigue, con más frecuencia, aceptando papeles muy terceros, de muy poco alcance, de poco impacto por trabajar en un reparto que tal parece lo lleva a ser casi casi, un extra más.
Christian Vazquez, por su parte, ya ha hecho mancuerna con Hinojosa. El director y su actor de cabecera, al parecer, trabajan muy cómodos, se entienden y cumplen el propósito que buscan las historias de Hinojosa. Y es importante, pues Vázquez cuenta con un gran carisma, y tiene limitaciones en cuanto a los personajes que un principio vemos, dibuja en sus bosquejos Hinojosa, pero a la hora de trabajar en escena, Vazquez e Hinojosa, hacen magia.
Diane Rosser se lleva la película, por mucho. Es la protagonista, y la historia gira en torno a ella y a su concepción acerca de las cosas, por eso ella nos va contando los sucesos, con mucho brillo y fulgor.
Y creo, que Rodrigo Azuela hace un papel muy divertido, serio y bastante completo. Parece que no actúa, y creo que sí hizo un trabajo previo bastante arduo para comprender el matiz de su personaje y esta turbulencia que vive en su adolescencia por la gran necesidad de afecto que en esta etapa surge en los seres humanos por amar y ser amados. Azuela lo hace perfecto, un personaje redondo que sabe en qué lugar está, de dónde viene y qué pretende hacer. Es un personaje muy bien ubicado y genialmente interpretado, como he dicho.
Ahora, el trabajo audiovisual es muy bueno, pero resalta tremendamente por su director de fotografía por la cinematografía hermosa que hace Kenji Katori. Este tipo es un genio. Katori hace de este producto un deleite impresionante para todos nuestros sentidos. Capta el amor en su cinematografía, la belleza del alma, de las cosas en un mundo abarrotado de ambición y consumismo, de dolor y falta de conciencia, por eso la ubicación de la monstruosa ciudad del Distrito Federal, donde el personaje de Rosser encuentra el amor, un amor que complementa y sana heridas.
Es una película con un final feliz.
En materia del amor, alguien sale lastimado. Por amor sufrimos, por amor hacemos todo. Por amor nos redimimos. Hinojosa pone en cuadro y en su narrativa, elementos analógicos con los que explica el desarrollo y los infiernos que vive el alma, cuando de amor se trata, cuando de vivir los amores nos pasa en este plano de la tierra.
Es una muy buena propuesta. Al final entiendes que el amor entre un hombre y una mujer, cuando es verdadero, cuando es tan perfecto que se complementa, ya no puede separarse, porque sino, abandonas el milagro de estar pisando las tierras donde jamás sufres, donde jamás puedes morir porque todo tiene cura.
Es un filme que cuenta con una escena, uno de los mejores actos de amor vistos. No hay mucho diálogo, pues con una mirada puedes entender el milagro, puedes entender cosas inexplicables, cosas que no se pueden expresar en palabras.
En «odio el amor», Hinojosa nos cuenta una historia cercana, donde el amor hace implícito los pequeños detalles. Incluso hay momentos donde no te importa el paisaje, sólo te importa ver la forma en que mira una mujer deseosa de compartir la grandeza que acaba de descubrir. Es una película que, de forma precisa, explica el trauma maravilloso que genera el amor, capaz de revertir cualquier dolor que quede de forma imprecisa en la vida biológica de nuestros cuerpos. Y creo, que por eso, vale la pena verla en cines.
exhs
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