My Octopus Teacher

 

“Mucha gente dice que un pulpo es como un extraterrestre. Pero lo extraño es que, a medida que te acercas a ellos, te das cuenta de que somos muy similares en muchos aspectos”.


My Octopus Teacher


Escrita  y dirigida por Pippa Ehrlich y James Reed.

A mí me parece que esta es la primera vez que logran retratar como documental cinematográfico, la fascinante criatura que es el pulpo.

El pulpo es una conciencia activa al servicio de la vida, y en ella habita el amor. 

La fotografía es un portento, la narrativa es impresionante, la música es espectacular.
Una verdadera obra maestra que nos habla del amor, la vida y la muerte.

Esta es una verdadera magnánima obra maestra del séptimo arte. Y se trata de un documental, de cómo de pronto un cineasta, con un simple pasatiempo encuentra una profunda razón de vivir— da cuenta de cómo se hace amigo de un pulpo (género femenino) y le registra durante toda su vida, alrededor de un año. El cineasta capta la esencia espiritual del pulpo, el valor de su vida.

Craig Foster es el hombre que nos permite acercarnos a esta portentosa experiencia de acercarnos a la vida de una hembra-pulpo, alrededor de su existencia durante un año. Craig registra sus visitas a para estar cerca de la vida del pulpo de pronto en muchas ocasiones de la mano de su hijo, Tom Foster. 
Craig impregna de poder la pantalla al hacer recalcar la importancia de la vida del ser humano en el planeta tierra como una especie más que cohabita con demás seres, no como un visitante extranjero de pronto de otros planos espirituales sino como uno que pertenece aquí y es igual de importante que otras de las especies que están en este lugar llamado planeta tierra. Craig nos cuenta de cómo llega a bucear dentro de un bosque de algas marinas «kelp» (son las frías aguas del oceáno Atlántico) frente a la costa de Sudáfrica, donde él vive y ahí encontraría a su nueva mejor amiga, la hembra-pulpo.

Es una rutina prácticamente para Craig Foster, el ir a bucear al mar que da frente a su casa en una de las costas de Sudáfrica. Mientras bucea le llama la atención una hembra-pulpo a la que va siguiendo cotidianamente. De aquí se desprende un vínculo emocional entre el pulpo y Foster, que perdura hasta el final de los días del pulpo.
Es de subrayar y volver a recalcar la tremenda experiencia que produce el pulpo. Al menos a mí me marcó muy fuerte esta experiencia de la narrativa cinematográfica que lograron, porque es una revelación muy sincera de la vida marítima y de los vínculos que emocionales que puede construir el hombre con la naturaleza entera del planeta, más con la vida que habita en las profundidades del mar. 

Hay una profunda reflexión del amor que cobija a toda la creación en este planeta; además de cómo Foster, al perder el miedo hace notar al pulpo que su ser es perteneciente a la creación—entidad semejante a la del pulpo, que el pulpo logra reconocer y que a través de sus tentáculos para poder propiciar la caricia psico—afectiva confirmante, que Foster es un amigo. 

La película es un portento. Al tanto que ganó el oscar a mejor largometraje documental, el Bafta, y el premio del sindicato de productores. Ganó los mejores premios y con justa razón. 

Foster nos logra acercar a todas las emociones del pulpo: miedo, amor, coraje.
El pulpo canta a la vida, disfruta su existencia, asume su labor de supervivencia, pero sobrevive porque tiene un propósito muy claro: el amor y su reproducción, seguir permitiendo que haya vida. 

El pulpo muestra sus increíbles capacidades de inteligencia para lograr sus propósitos de supervivencia, en un entorno de conflicto, de constantes amenazas pero que permite vivir la experiencia intensamente de estar aquí y ahora, hasta el punto en que el pulpo madura lo suficiente para poder vincularse a un macho con el podrá pro-crear. El pulpo tiene una tremenda claridad que se debe a la vida, y al amor. 

Es un filme tremendamente emotivo, que provoca las lágrimas. 

Es imprescindible verlo.
Una experiencia inolvidable.

«Me enamoré de ella, pero también de la increíble naturaleza que representaba y de cómo me cambió. Me enseñó a sentir que somos parte de ese lugar, no visitantes. Hay una gran diferencia».

Dice Foster al final del documental
Erick Xavier Huerta. 

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