Illusion
Illusion
Dirigida por Michael A. Goorjian.
Escrita por Tressa Difiglia y Michael A. Goorjian
Protagoniza Kirk Douglas.
¿Crees en el destino?
Se trata del último gran protagónico de Kirk Douglas en una película sencilla, de noble presupuesto, hecha con un tremendo corazón. Sin embargo, Kirk Douglas sale en el ocaso de su vida, sin poder moverse mucho ni hacer gran histrionismo con su cuerpo. Adentrado en la vejez, Kirk Douglas demuestra cómo tenía todavía mucho qué aportar al mundo del cine, y da cátedra de actuación.
Kirk Douglas es una de las grandes razones por las cuales ver esta película.
Pero además, Kirk está al servicio de una gran historia con múltiples lecciones acerca de la vida y del destino y de cómo cada una de nuestras acciones repercute en los destinos de los demás, aunque no les conozcamos, de maneras inimaginables, por ello hay que estar consciente de cómo actuamos y de qué estamos haciendo a cada instante.
En ese entonces, el joven actor Michael A. Goorjian no sólo co-protagonizó esta película, sino también escribió y se dio el lujo de dirigir al gran Kirk Douglas.
Kirk Douglas es Donald Baines, un exitoso director de cine que vive en el ocaso de su vida, en la antesala de la muerte.
Donald es asediado aún por periodistas para poder conocer de cerca más su vida y saber más del gran director que dirigió épicas películas de amor y romance.
En un sueño de Donald aparece Stan (Ron Marasco), un antiguo editor de Donald que murió años atrás. Pero ahora, Stan le muestra en una sala de cine un pequeño fragmento de vida de un hijo a quien abandonó años atrás Donald.
Donald es un afamado director de cine que en el ocaso de si vida está revaluando su vida y sufre el tormento del abandono a su hijo.
Aquí hay un gran mensaje para toda la comunidad de artistas afamados en hollywood que viven affairs sin medir las consecuencias de tales encuentros furtivos. Donald, ante el affair que tuvo alguna vez con una actriz mucho más joven que él, desconoce a su hijo y le abandona.
Ahora en un sueño, mira el momento donde se enamora por primera vez aquel hijo al que abandonó. Se llama Christopher, y en su adolescencia, le declara su amor a una bella y hermosa joven llamada Isabelle (interpretada por Karen Tucker).
Intrigado y sintiendo empatía por Christopher, Donald quiere saber más de la historia de su hijo, una historia que se perdió por su egoísmo.
Donald quiere saber también si su hijo logra sopesar el conflicto interno que le provoca el abandono de su padre, sintiendo emociones negativas de no ser lo suficiente para el mundo, para los demás, para él mismo.
A pesar del amor, de la poesía, del arrojo, de las palabras, de las flores, de la valentía, Isabelle le niega su amor al joven Christopher (Michael A. Goorjian).
Isabelle tiene un novio, popular y deportista, prepotente y patán que la maneja como su propiedad. A pesar de este obstáculo, el joven Christopher declara su amor e intenta por varios medios hacérselo saber a Isabelle; sin embargo el destino no es amable con Christopher e Isabelle, y su amor se verá sin posibilidades de concreción.
Christopher e Isabelle, una noche comparten la emoción de vislumbrar la posibilidad de un gran amor pero sus destinos son separados, por la violencia, por circunstancias desfavorables para que se coseche la amistad y el amor.
Pasan los años, y Christopher entra en una faceta de búsqueda profunda de su identidad. Es poco sociable, y tiene una novia con la que no habita la amabilidad. En uno de sus trabajos se reencuentra con la bella Isabelle.
Christopher se encuentra en un momento de profunda reflexión donde busca saber quién es y cuál es su destino.
Isabelle, intrigada por el amor y el destino busca ahora que ese reencuentro con Christopher sea romántico y amoroso, pero Christopher está a la defensiva, cuidando sus movimientos, pues no está en posición de comandar sus deseos y hacerlos realidad. Padece el existencialismo. Ya no cree que su amor con Isabelle sea posible a pesar de que ella quiere y de que se ha arrepentido que en el pasado negara esa posibilidad de amor. Pero nuevamente, la pasión y el magnetismo entre ambos les arroja la posibilidad de vivir ese gran amor.
En su reencuentro vivirán una dramática noche que nuevamente desembocará en la tragedia de separar sus destinos y de aguardar la unión de su amor para otro tiempo.
Christopher irá injustamente a cumplir una condena a prisión.
Al pasar los años, nuevamente Christopher irá en busca de Isabelle.
Pero no le encuentra.
Christopher vive un tormento interior, y se sabe como insuficiente, incapaz, ingrato para poder ser merecedor del amor de Isabelle. No sabe cómo seguir en su vida. Es fiel a sus principios, sigue su camino, es noble y es apasionado, pero sus sueños han ido mermando en la sociedad violenta y despiadada. Christopher, ahora en su madurez, parece haberse reconciliado consigo mismo pero la violencia en su interior continúa.
Christopher logra llegar a una casa de huéspedes donde estuvo viviendo algún tiempo Isabelle, y pensó que le reencontraría ahí. Sin embargo, sólo encuentra cartas que le estuvo escribiendo y que nunca recibió.
En el despecho, y en la decepción, y en la desesperanza, Christopher decide irse, así, sin más. Pero en una parada de autobús se encuentra a David (Bryan Cranston).
David busca hacerle platica a Christopher, que desorientado y con una actitud anti social va alejando a David en su intento por lograr alguna amistad. Sin embargo, logran congeniar un poco y David le invita a su casa a comer al joven Christopher, pues ha visto que es un buen muchacho y que en su viaje tal vez gustaría de hacer nuevos amigos.
En aquella lujosa casa, de pronto Christopher sale a conocer la casa y a lo lejos, en uno de los jardines ve a Isabelle muy alegre disfrutando con niños y un bebé en brazo, al tiempo en que llega David a abrazarla.
Despechado, triste, Christopher se va y deja las cartas en una banca, mismas cartas llegarán a Isabelle.
Isabelle se da cuenta que ahí estuvo Christopher, y sale lo más pronto posible a buscarle.
Esta historia desemboca en una tragedia, en un terrible destino donde su amor nunca pudo ser posible.
Sin embargo, esta intuición y clarividencia que le ha ocurrido a Donald Baines, le hace sentir el ímpetu de pedir perdón a su hijo y de ir en su rescate, y salvar su destino y salvar la vida del amor en común que tiene con Isabelle. Pero es un sueño, pero qué más puede hacer...
Michael A. Goorjian plasma con contundencia el precepto «nada es casualidad».
Al despertar Donald Baines, manda a su gente inmediatamente al pueblo en el que vio a su hijo reencontrarse con Isabelle, mismo lugar donde también encontraría la tragedia. El último legado y regalo que podría hacer Donald a su hijo es salvar su destino, y salvar su reencuentro amoroso.
Este ultimo acto de vida de Donald, no sólo le daría la oportunidad a Christopher de vivir su vida y la concreción de su amor con Isabelle, sino también de reconciliarse con su padre.
Fenomenal.
Y entrañable.
No desprecies nunca las posibilidades infinitas de los amores imposibles; pero verificando siempre, que sean amores; y aceptando siempre, que sean imposibles. Una verdadera delicia: la gran perla del desapego.
¡Disfrútala!
Erick Xavier Huerta
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