Exhibiting Forgiveness

Exhibiting Forgiveness






He visto muchas películas, muy buenas, y no he cumplido con hacer este ejercicio de reflexión después de apreciar el trabajo cinematográfico. Hoy, retomando esta labor, que parece necesaria y apremiante, regreso con entusiasmo. 

Una de las películas recientes que he visto que me dejó una grata experiencia, fue «exhibiting forgiveness».



Esta película es producida por persoanjes que también produjeron «blue valentine» y «hustle & flow» dos películas que también he disfrutado. Pero esta me parece mucho más poderosa en todo ámbito. 

Un artista afroamericano en el sendero del éxito y de su auto-realización de pronto pierde rumbo cuando tiene una visita inesperada de su padre, un padre autoritario, violento y ausente. El padre ha regresado después de recuperarse de la drogadicción y busca reconciliación con su hijo. El hijo no quiere de vuelta al padre. 



Ambos, padre e hijo, luchan por aprender que olvidar puede ser una oportunidad para alcanzar el perdón. A ver, perdonar significa comprender que olvidar es una dimensión psicológica que nos hace saber que lo que ocurrió, ya pasó. Podemos seguir adelante. Las personas se equivocan. Mejor, saber que el olvido no es alzheimer, es una dimensión psicológica del recuerdo que consiste en comprender que lo que ya pasó ha terminado. 

Dirigida sensiblemente por Titus Kaphar y escrita por el propio Titus Kaphar. Protagoniza André Holland, John Earl Jelks y Andra Day.

Esta es la película con que debuta en largometraje Titus Kaphar, de una manera formidable. 

La más tierna infancia requiere palabras sensibles, «todo estará bien mi amor». André Holland es Tarrell, un artista afroamericano que ha venido triunfando, y sus obras cobran tremenda relevancia. Tarrell asciende como espuma al éxito, pero no se siente aún tremendamente auto-realizado. A pesar de que ha encontrado el amor, está casado, vive con Aisha, una mujer también afroamericana, cantante y música de tremenda sensbilidad. Ambos tienen una bella familia con hijos. 



«La vida no me da miedo». Le enseña Tarrell a su hijo. Sin embargo, la infancia de Tarell está plagada de profundos miedos a la vida, miedos promovidos por su padre. Un padre que le exigió a su hijo, le demandaba trabajo, esfuerzo, sacrificio, dolor. Un padre que no motivaba los sueños y anhelos de su hijo para convertirse en artista, pues su padre, por su propia experiencia de frustración a poder autorealizarse, quería que su hijo padeciera esa misma frustración, impedidos todos, ha pensado su padre por el sistema en el que han crecido. 

Y es que el padre de Tarrell, La’Ron (John Earl Jelks) piensa que el sistema está hecho para no permitir que por racismo llegues más lejos, que las personas de color están marginadas de todas las oportunidades. Pero aquí había un choque de cosmovisiones. Por un lado La’Ron veía la vida de forma miserable, pero la madre de Tarrell solventaba las carencias del padre, daba contención a su hijo y lo ayudó y alentó para que fuera en busca de sus sueños. 

Al pasar los años Tarrell da cuenta de los nudos significativos que tiene por su padre frente a la vida. El nudo singificativo de haber tenido un padre que lo hirió a él y a su madre, le impide poder vivir con felicidad y plenitud. Tratando de buscar sanar, pinta una galería donde retrata sus memorias, recuerdos del dolor que pasó en la pubertad y adolescencia por los maltratos de su padre. Prefiría las drogas a estar con su hijo, o prefería la violencia a poder amar a su hijo. Todos nos equivocamos, pero en la imperiosa responsabilidad de asumir la vocación de padre, La’Ron prefirió huir, esclavizado por sus comportamientos compulsivos, rompió a su familia. La madre acabó por soportar la estabilidad de la familia, sus hijos y ella, pues el padre estaba perdido. Regresó, pero el hijo no podía perdonarlo. La madre aún ama a todos. 

La dificultad de perdonar. El padre no le dio contención a su hijo, buscó que el hijo compartiera la miseria y la frustración del padre, buscó que el hijo también se metiera al mismo hoyo de miseria que el padre, porque el padre así veía la vida. ¿Qué y cuánta miseria puede habitar en un ser para que busque que los demás lo compartan? Compartir la miseria. La desdicha del hijo provocó la furia, buscando justicia, buscando con coraje poder encontrar una oportunidad para poder salvar al niño y adolescente que padeció esos tremendos estragos de violencia en la familia. Solo el presente aglutina todos los tiempos. La desgracia estriba en que Tarrell no pueda verlo, no puede concebir reconciliarsre en el presente con todo su pasado, no puede perdonar. El perdón es un acto intelectual, requiere comprender, requiere olvidar.

Tarrell busca ser un buen padre, un buen esposo, no puede perdonar a quien no lo ha sabido hacer bien. La’Ron se justifica, comprende pues que algo salió bien de todo esto, su hijo no se desvió, ha terminado por ser buena persona, un gran artista, a la mejor su maldad repercutió en el bien del futuro de su hijo. Su hijo no lo ve así. Su hijo no puede perdonar a quien debió cuidarlo siempre y en vez de eso le maltrató y lo abandonó a su suerte. 

Estas emociones quedan plasmadas en la exhibición que acaba de crear Tarrell, «el arte del perdón». Expresó la necesidad, pero no ha comprendido el perdón. La memoria del sufrimiento lo aleja de la paz. El perdón conduce a la paz. Recordar, aún es un sitio permanente en la presencia de Tarrell donde sufre sin cesar. Sin paz no podrá disfrutar a su familia. Además todo esto se agrava en los sentimientos de Tarrell cuando su madre muere repentinamente.

Su madre sabía su desenlace. El proceso de duelo pone tremendamente vulnerable a Tarrell, al punto que en que no sabrá lo que hace o dice, porque está procesando todas estas emociones conjuntas en frente de su padre. 

Está pintando su ser. Lo que espera todo ser humano es hacer de su vida una obra maestra. 

Una película fenomenal e imprescindible. 

Imperdible.

Erick Xavier Huerta S. 


Por cierto, el áblum de la banda sonora dirigida por Jherek Bischoff, es espectacular. Les recomiendo la canción «there’s a plan» con la dirección de Jherek Bischoff e interpretada por Andra Day. 


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