La forma del agua



Sin duda, la mejor película de Guillermo del Toro hasta el momento.
¿Por qué?
—Por la historia, el guión, la gran calidad de producción, efectos visuales, montaje, diseño, arte, dirección, actuaciones. Es impecable.

Tiene atmósfera, tiene un ritmo muy sutil, bello, paulatino, a tono. El color, la cinematografía, los bailes de cámara, sus emplazamientos delicados, certeros, pausados. En calma dirige, y en paz, Guillermo del Toro. 

Se nota la sabiduría de Guillermo del Toro.

Del Toro escribe un poema de amor. Los demonios son internos. Los monstruos viven al interior de los seres, los ojos son la lámpara del ser, así iluminan el mundo, así imprimen el amor. Sin miedo, una joven tendrá un amor sincero por un monstruo, una cosa que da miedo, da miedo por la incomprensión ante su complexión, su forma, sus colores, su vida. Si no embona en la tradición, moda y cultura del hombre, entonces no pertenece, entonces da miedo, entonces es discriminado.

Esa es la gran virtud de Guillermo del Toro, que da una lección de humanidad en una simple historia que pareciera ser el cuento de la bella y la bestia. Porque aquí hay un discurso contra la supremacía blanca, la democracia que en su bandera también cometió grandes atrocidades contra los hombres de raza negra, contra libertades del ser humano. El sueño americano no es tan real como parece.

Sally Hawkings está espléndida. Es una gran actriz, lo vuelve a demostrar, y queda como un clásico. Además que Hawkings cumple las características fisiológicas de las que gusta del Toro, una radiografía muy cristiana,  de tradición de las mujeres que usualmente salen como protagonistas en sus películas, de misma piel clara, blanca, caucásica, pelo negro. De alguna manera conservadoras en su imagen, dentro del universo de Guillermo del Toro. Indudablemente me parece que Hawkins debe estar nominada al óscar, pues actúa con los ojos, y prácticamente no habla en toda la película e imprime poderosamente en pantalla con su personalidad. 

Michael Shannon, por su parte, soberbio, como siempre. Aunque es un personaje que ya hemos visto, como hizo en «hombre de acero». Pero Shannon es impecable, El personaje de Shannon, Richard Strickland, es un hombre irascible, de gusto por lastimar, pero también que lo hace porque el sistema vive de eso, produce dinero lastimando gente. Strickland vive el sueño americano, tiene un cádillac, tiene una mujer que gusta de coger y tiene hijos maravillosos que juegan con juguetes. Sin embargo, Strickland es infeliz. El sueño americano, no existe. 

Octavia Spencer es simplemente genial. 

Es una gran película.
Muy entrañable.

Del Toro narra lentamente, pausado, como un cuento para niños, y sutilmente nos va encerrando en un camino que tiene una sola salida: la fe. 

El amor es fe.

El amor, que pisa terrenos de esperanza, puede culminar en la mejor magia, en los mejores finales felices. De eso se trata esta historia, y por eso es imposible contener el llanto. Porque Guillermo del Toro te acorrala, y hace que te rindas al final. 

Es una película de redención. La libertad de dos seres confluye en un mismo sentimiento, los dos se quieren, se aman, surgen en una sola intención libre de estar juntos.
Una gran oda al cine, un gran homenaje a la cultura de la televisión de los años en que los monstruos eran una gran revelación en la industria del entretenimiento.

¿Se podrá amar lo que parece que es imposible de querer?
¿Podrá amarse más allá de lo permitido?
¿A quién debemos amar?

¿Hasta dónde llega el amor?
¿Cuál es el amor más sincero?
¿Cómo se ama?

Será que el amor va más allá de las palabras, del lenguaje, y habita en el espacio, en el tiempo, y habita en la luz, habita en el origen de la creación. 

El amor es milagro, inesperado, lo más cercano a la divinidad que tenemos, y que habita en nuestros corazones.


«Incapaz de percibir tu forma, te encuentro a mi alrededor. Tu presencia llena mis ojos con tu amor. Mi corazón es humilde entonces, porque estás en todos lados».




Erick Xavier Huerta

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