Danyka: Mar de fondo
Escrita y dirigida por Michael Rowe
Protagonizan Demián Bichir, Sasha González, Lisa Owen, Claudia Ríos, Marco Treviño.
Demián Bichir interpreta a Armando, un hombre que está iniciando un matrimonio en su edad adulta, y visita un complejo residencial, muy exclusivo. Ahí, su amigo Neto (Marco Treviño) aún tiene viviendo con él a una de sus hijas, de 16 años, pero se junta con una influencia que el padre considera negativa: Danyka (Sasha González). Pronto, el mismo día en que llega a la playa, Armando conoce a Danyka. Danyka sabe seducir.
La película está llena de simbolismos, el encuentro entre un adolescente y un adulto. ¿Qué es la madurez y qué es la inmadurez? No medir las consecuencias de los actos, es una forma inmadura de ser.
A Danyka no le importa las consecuencias emocionales que pueda generar por los impulsos que vienen de una conciencia escindida. Danyka no sabe lo que hace. Al contrario de Armando, vive con mayor calma, con mayor paz, sin mayores ansiedades. Armando cuida su pulcritud, su higiene física, pero también mental.
El director Michael Rowe, nos presenta un trabajo de cómo la conciencia puede percibir, contemplar, observar, cuestionarse, una realidad que con tan sólo observar resulta abrumadora y compleja. La contemplación y la observación de un fenómeno cuestionan a la conciencia, sobre la moral, la ética, el nivel de conciencia. Uno puede medir su nivel de conciencia conforme responde ante su principio de realidad; en este sentido recordamos a Ortega y Gasset con su afirmación: «el hombre es él y su circunstancia».
Armando comienza a conversar con Danyka, y le resulta divertido ver esta etapa adolescente de rebeldía y cuestionamiento sobre la realidad en la que nos encontramos. Ante estos puntos de discusión de rebeldía y crítica sobre la realidad, Armando observa que muchas de estas actitudes que se cargan durante la etapa de la pubertad y la adolescencia no se dejan durante la vida para muchas personas; no obstante ubicamos que siempre hay eternos adolescentes, quienes no asumen su madurez. Armando se encuentra ante una chica que todavía es menor de edad, pero expresa sus ganas de comerse al mundo, de crecer más rápido de lo que está siendo.
Y Danyka tiene un claro objetivo: seducir para desestabilizar. ¿Qué está buscando en realidad Danyka? No hay motivaciones para el crecimiento, pero en cambio el momento sincrónico en el cual convergen estas dos vidas nos indican que uno (Armando) tiene un proyecto de vida, mientras Danyka sólo espera sobrevivir, pasar el tiempo. Hay un comportamiento compulsivo, tóxico, que poco a poco irá develando Armando mientras conversa y va conociendo más de la forma de pensar de su interlocutora, Danyka. Danyka se quiere presentar como una mujer mucho mayor, que conoce el mundo, que incluso sabe más que Armando, por eso toma cerveza, se muestra en entera confianza y asume que comparte pensamientos y aptitudes al igual que su interlocutor, Armando.
En esa tarde dramática, simple, compleja. Armando se encuentra leyendo un libro «Siddhartha de Hermann Hesse»; un libro sobre la iluminación, sobre el desapego, sobre el amor, sobre la plenitud, sobre el despertar de la conciencia. Siddhartha justamente alcanza la iluminación, porque aprende a contemplar, a observar. Sin embargo, Danyka es lo contrario, seduce para embrutecer, para provocar un conflicto. Danyka actúa sin medir las consecuencias. Son actos inconscientes los que va expresando Danyka. Pero Armando, observa, contempla, y pronto descubre intenciones perversas en Danyka. Al momento de descubrir estas motivaciones y actitudes compulsivas, Armando queda afectado, con una preocupación y consternación de estar delante de alguien que tiene signos de enfermedad en el alma, con actitudes no propias a los principios y nociones del bien y del mal, de la evolución y de la involución del ser. Por tanto, en un momento de este calibre de descubrimiento, se da un rompimiento abrupto, en un mismo días, en un lapso de minutos, pues Armando ve la verdad, no la mentira. Danyka no sabe lo que hace.
A pesar de su descubrimiento, Armando no se aleja por completo, quiere servir, quiere ayudar al crecimiento y a la evolución del personaje que ha encontrado; al tanto le regala su libro y se dispone a ayudarla en su carrera, como ella ya ha señalado en conversaciones sobre sus gustos en literatura y escritura. Pero todo era una farsa. Todo sigue siendo motivado por las intenciones perversas de seducir para contaminar, de parte de Danyka.
El director Michael Rowe nos presenta este título, Danyka: mar de fondo, que representa la emoción que produce en Armando, y que más allá del habla insulsa, del parloteo, el mar de fondo es el sonido que cobija todas estas emociones que se traducen en pensamientos, que se traducen en sensaciones, que se traducen en la vida que ocurre al interior del escenario de conciencia que tiene una persona, como es Armando. Recordemos que el lenguaje de la mente es la imagen. Esta representación tiene una emoción en Armando, y es lo que nos trata de narrar el director.
Contemplar es el máximo cuestionamiento que debe resolver nuestra conciencia.
Gran ejercicio cinematográfico.
Erick Xavier Huerta
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