1917


1917

Un año puede entrañar tanto. Un año antes del fin de la primera guerra mundial, hace aún estremecer los recuerdos del mundo.

Solo soy un pobre extraño caminante, viajando por este mundo a continuación, no hay enfermedad, ni trabajo, ni peligro, en esa tierra brillante a la que voy. Voy a ver a mi padre, y todos mis seres queridos que han seguido. Solo voy a casa, sé que las nubes oscuras se juntarán a mi alrededor, sé que mi camino es duro y empinado, pero campos hermosos surgen delante de mí, donde los redimidos de Dios, sus vigilias se mantienen. Voy a ver a mi madre, ella dijo que me vería cuando yo venga. Solo voy a casa.

«Wayfaring Stranger» es la canción que colorea 1917, de Sam Mendes. Esta canción tan poderosa que la canta legendariamente Johnny Cash, y que en la película cuenta todo. Esta esperanza entrañable en «wayfaring stranger» es interpretada en la banda sonora por un coro magistral de niños que aún más imprime la fuerza de la inocencia, del perdón, del regocijo y de la redención que son emociones y sentimientos que se acentúan cuando ocurre una guerra.

De pronto, en la vida, se presentan situaciones donde una decisión requiere la mayor absoluta determinación. Como en cada instante, nos jugamos la vida.
En la guerra, surgen los mayores destellos de las conciencias más grandes, y de las más nubladas, ocurren los brillos de amor y los actos más atroces.

Una guerra es una tormenta.

Sam Mendes escribe y dirige 1917, una historia sobre una misión fundamental: comunicar.
Un mensaje es la misión de dos jóvenes, cuya responsabilidad, en ese mensaje, es salvar vidas, para salvar una batalla, para salvar el posible triunfo en una guerra brutal y descarnada como la que ha ocurrido, ocurre, en 1917.

En la guerra, ves la muerte de frente.
Sam Mendes imprime una escena tremendamente poderosa cuando uno de sus personajes centrales tiene que ver de frente a la muerte, y ahí se resume el destino. La conclusión de una vida.

La película de Mendes, en sus palabras, fue una película hecha para disfrutar en cine. En efecto, la recomendación fundamental es apreciarla en la pantalla más grande a la que tengan acceso. Posee una fotografía hermosa, plácida, bella, poderosa. No obstante, la película de Mendes ganó en los globos de oro a mejor película. En los premios óscar, la película de Mendes estuvo nominada a mejor película, y ganó a mejor cinematografía. Estuvo nominada a mejor dirección, mejor maquillaje, mejor banda sonora, mejor diseño de producción, mejor edición de sonido, mejor mezcla de sonido, mejores efectos visuales y mejor guión original.

Sam Mendes imprime una película con una cinematografía poderosa, así ya ha sido reconocida y así es; y Mendes utiliza de forma soberbia una serie de planos secuencias muy poderosos, muy bien armados y que van muy bien con la tónica de la película. Mendes planeó perfectamente bien esta película armada con estos planos secuencias, y que inclusive me parece que de pronto llegan a honrar los planos secuencias ya presentados por Iñarritu, fundamentalmente en su película de «The Revenant».

Es una película sumamente cuidada en la pre-producción, sumamente ejecutada con elegancia y maestría en su producción.
Es una película que hay que ver.

Mendes muestra durante cada trayectoria de nuestros personajes ambientes y atmósferas que parecen umbrales de conciencia, lo que la vuelve una experiencia sumamente interesante y fundamental para todo espectador, para toda la audiencia. Y hay, una atmósfera increíble cuando uno de los personajes se alberga en un escenario controlado por el enemigo, donde accede a la noche, a la oscuridad, y sólo a la luz, podrá encontrar la redención, la nueva oportunidad para cumplir con su destino. Esa trayectoria, esa unidad psíquica de tiempo es legendaria. Es el clímax poderoso que impulsa a la película de Mendes a una redención sublime en su narrativa. Y es lo que además le confiere a su cinematografía, producida por Roger Deakins, el triunfo absoluto en los premios óscar.

Muy entretenida, muy dinámica, muy poderosa. Porque Mendes, no apela a escenas de guerra, sino a una experiencia poderosa a través de sus personajes que atraviesan las zonas donde ya ha estado la guerra, y se respira, y se palpa, y se experimenta en la película, ese aire, esa atmósfera que dejó la brutalidad de seres que buscan matar a otros seres, para ganar algo, para ganar un poder, subyugando y destrozando la condición de vida que ha sido regalo para tantos seres humanos. Dos jóvenes tienen que ir en busca de un general para advertirle de una trampa en esta guerra brutal. Un mensaje es su misión. Cuánta responsabilidad entraña comunicar. Sam Mendes, también logra una portentosa dinámica cuando un personaje principal de pronto desaparece, y en lugar, el condicionado a ser Sancho Panza, salta al protagonismo Quijotesco en esta narrativa de locura que habita en la atmósfera de la primera guerra mundial. Me pareció muy creativo, en esta secuencia de la narrativa de aventura en el cumplimiento de una misión en la guerra.

Totalmente, una experiencia portentosa.
1917.

Imperdible.

Erick Xavier Huerta

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