JOKER


Dirigida por Todd Philips.
Escrita por Todd Philips.

De lo que pocos hablan, es de la mancuerna tan exitosa que se produjo con Todd Philips y Bradley Cooper, desde «¿Qué pasó ayer?», ahora transitando al cine "serio" con películas como «nace una estrella», y ahora «Joker».
Cooper y Philips se volvieron socios, y primero Philips produjo «nace una estrella», muy reconocida en los pasados premios óscar, y ahora Cooper participa produciendo «Joker», que también se ha vuelto muy reconocida entre la crítica y camina fuerte para los premios óscar. 
Bueno, todo lo que dijeron era cierto. Sí hay múltiples referencias al cine de Martin Scorsese, sobre todo de «Taxi Driver», pero también la película es enteramente un homenaje a Batman, de Tim Burton, de Christopher Nolan, y hasta de la serie que protagonizó Adam West. Es decir, «Joker» es un homenaje a toda la filmografía del personaje heroico, en esta historia donde se nos cuenta el nacimiento del psicópata archi-enemigo de Batman, «el guasón».

Es evidente, que la película contaba riesgos, porque sí es una película para mayores de edad, y por supuesto, estas historias de comics van en sentido para vender al mercado adolescente y juvenil. Pero qué bueno que ahora apuesten, aunque sea, en sentido independiente, dar una lectura más madura a los personajes que poseen demonios y que son tremendamente complejos en su humanidad. Aquí lo resuelven a la perfección. Me gustó mucho la película y hay escenas tremendamente trascendentales. Pero lo que sí es importante recalcar, es que por supuesto, esta película sí es una antesala, una cortina de apertura para la saga que viene, donde encaja perfectamente Robert Pattinson, como Batman.

Creo que es una película que busca generar empatía, sensibilizar a los corazones ante una realidad que enferma y que es peligrosa y que es urgente detener.

Ahora. Todd Philips nos cuenta este comic para hacer críticas muy importantes al sistema social. Hace una crítica poderosa al neo liberalismo, que ha producido una tremenda desigualdad, enmarcando además la propia maldición de Marx al anunciar que la historia del hombre es la historia de la lucha de clases sociales. Una historia donde una clase social oprime a otra, y no hay otra forma que librarse de la opresión, que mediante las armas porque los que ostentan el dominio no van a querer soltar el poder—, por eso, este personaje comienza a convertirse en un símbolo ante su defensa en una sociedad violenta que pisotea y no tiene valores, amor, empatía, no tiene nada más que el motor de conseguir poder y dinero. Esta es la sociedad ficticia de ciudad Gótica, que se convierte en la representación social de lo que está sucediendo en occidente, en una espiral involutiva.  Porque además, Philips narra esta historia, contextualizada, en la década de los 80's.

El personaje de Arthur Fleck, es un personaje tremendamente sensible, que ha sido muy lastimado, muy violentado, por esta sociedad inconsciente. Estamos inmersos en una sociedad enferma que enseña todo, menos a amar. 


Aquel que no está dando amor, lo está pidiendo.
Esta es una sociedad que grita auxilio por amor. Tanto ha sido el dolor albergado en el alma de Arthur Fleck, que entonces encontramos un ser que busca escapar de esta realidad que ya no puede conciliar. No encuentra amor, no puede ya producir amor, no puede recibir amor, y entonces enferma su alma. Si le lastiman, se ríe, como escapatoria para evadir su dolor, como mecanismo de defensa para no somatizar ese dolor, esa realidad poco empática con su alma. Se come las uñas, tiene signos de ansiedad, se frota las manos contra el pantalón, guarda estrés, guarda insomnio. Es decir, tiene tremendos desequilibrios que se van agudizando con el paso del tiempo. Y sólo busca amor. 

Es una película que enseña, que se puede hacer una gran película cuando cada uno asume su responsabilidad con amor. Gran producción, gran fotografía, música. Gran narrativa, gran guión.

No tiene reconocimiento de nadie. No obtiene amor de nadie. Lo que recibe son burlas, violencia, golpes, sometimiento. Se esfuerza, pero nadie le da un poco de empatía. Pierde su empleo, a manos de esta cultura corporativista y empresarial que sólo se enfoca en resultados monetarios sin atender primero el factor esencial que es el desarrollo humano, el capital humano. Y entonces, desamparado, acude al gobierno para solicitar un poco de ayuda, pero el gobierno, tampoco importa, y vive amenazado por los recortes, por no poder sostener un estado de bienestar, porque a los corporativistas no les conviene. Es la eterna lucha de clases, como decía Marx, y la explotación de una clase social sobre otra, donde para lograr la libertad, sólo hace falta tomar las armas. 

Así, como en México, en ciudad gótica, hay un descontrol de armas. Hay tráfico de armas, corrupción, impunidad, atropellos contra la legalidad. Hay una sociedad enferma, porque no sabe amar. Y cualquiera que no sabe amar, puede tomar un arma. Basta ver las noticias de casos donde jóvenes arremeten contra jóvenes y ahora asesinan a personas por sus creencias religiosas.

Arthur Fleck, ya sólo queda con la asistencia social de recibir un poco de terapia. Pero ya no les importa a los funcionarios públicos, porque viven acomplejados, sin pasión, sin una verdadera vocación, porque sólo van a cumplir las horas y saben que eventualmente, pronto perderán su empleo por los recortes presupuestales del gobierno; porque en una sociedad enferma, nadie es consciente del impacto y de la importancia del gobierno, entonces nadie contribuye y merman la recaudación y orillan a funcionarios a incurrir en corrupción.

Ante este escenario desagradable, enfermo, corrupto y triste, Arthur Fleck, como millones de latinoamericanos, americanos, canadienses, franceses, japoneses; como millones de humanos, queda en la desolación total, sin poder salvarse así mismo, es presa de sus propios demonios. Ha quedado desamparado, sin poder ser dueño de su propio destino. Fleck agudiza en sus tormentos, en su depresión, y sólo por salvarse va incurriendo en la espiral de la involución.

El universo es mental. Pero Arthur Fleck se evade de su principio de realidad, se evade de las circunstancias, alucinando situaciones, escenarios. No acepta su principio de realidad, aguarda todo, es tremendamente implosivo, por eso parece que todo está bien. Es todo lo contrario de lo que es y llega a ser el «guasón», otro escaparate a su dolor, ahora en la expresividad total de burlarse del sistema y de aterrorizar a la población, con lo que ya ha ocurrido, miedo, violencia, falta de amor. Esa falta de empatía, también la empieza a exteriorizar. 

Una cosa importante es el tráfico de armas, cuán sencillo puede llegar un arma a alguien que está enfermo del alma. Lo mismo pasa en México. Personas que no son sino su imaginario colectivo, llegan a ser presas de las armas, y son elementos clave para servir al crimen organizado, alimentando al imaginario que se ha instaurado en varios seres creyendo ser aquellos que no son, consumiendo y consumiendo sexo, sensaciones, poder, dinero, y fama sin amor. Así Arthur Fleck, va a consumir todo y hacer todo, alejado del amor.

Porque si vives el sexo sin amor, se convierte en adicción. Y si vives el sexo con amor, se convierte en vínculo de intimidad compartida. Y si vives el poder sin amor, se convierte en prepotencia, en dictadura; y si vives el poder con amor, se convierte en servicio. Y si vives el dinero sin amor, se convierte en avaricia, y si vives el dinero con amor, se convierte en abundancia. Y si vives la fama sin amor, se convierte en exhibicionismo, y si vives la fama con amor, se convierte en inspiración. Si vives las sensaciones sin amor, se convierten en vicios, y  si vives las sensaciones con amor, se convierten en placer. Todo adquiere su sentido con cada experiencia, a través del sentido, del anhelo de plenitud de ser, a través del amor. 

Y esa será una de las grandes batallas por venir, cuando el «Guasón» se convierte en un símbolo de vivir la vida sin amor. Al contrario de Bruno Díaz, que buscará construir un símbolo de inspiración para erradicar la corrupción, la inseguridad, la violencia de las calles de su ciudad.

Robert De Niro está espectacular, increíble. Gran acierto incluirlo dentro del reparto, cosa que también debe haber sido por su gran amistad con Bradley Cooper. De Niro interpreta a Murray Franklin, un conductor estelar de televisión que con sentido del humor aborda conversaciones y situaciones del acontecer diario por las propias noticias que narran los conflictos y el desorden de la sociedad. A través de este personaje nos daremos cuenta de la violencia que es socialmente aceptada, esta violencia que pasa desapercibida por ser parte de la cultura, de la comodidad de andar todos los días de forma inconsciente, de esta violencia que se produce y escala y que es necesaria—dentro del imaginario colectivo— para cimentar las bases de la construcción social y de pensamiento político y económico que comandan los destinos de una sociedad globalizada.

Y, por último. La película está enteramente al servicio de enaltecer la capacidad y performance de Joaquin Phoenix, por lo tanto sí es de reconocer en cualquier ámbito, en cualquier estrado, esta labor por interpretar un personaje que enferma del alma, de forma tan sublime. Porque además Phoenix comprometió todo, toda una transformación de su cuerpo y un trabajo excelso en el manejo del matiz de su voz. Un trabajo impecable como actor, además bajo referencias de quienes ya han interpretado al personaje, como Nicholson y Ledger.

Una película sensible, cuya reflexión debe alertar para nunca alejarse del amor, de trabajar por amor, de dar amor.

Erick Xavier Huerta S.


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