El Camino


El Camino.
Una película de «Breaking Bad»

Escrita y dirigida por Vince Gilligan.

Una película que no es película sino un capítulo extendido de la serie de Breaking Bad venida a destiempo.

Una película a estas alturas hubiese resumido lo que pasó hace años, y mejor retomar una historia verdaderamente dentro del mundo cinematográfico en este tiempo, pues la fisonomía de las personas que interpretaron a aquellos personajes, ha cambiado, mucho. De ese tamaño era el reto para todos, y el único que se comprometió a tal grado, fue el protagonista Aaron Paul.

Si vamos a hablar de una película, tenemos que comprender el universo cinematográfico como tal, y alejarlo de la serie, de la novela, de la concepción de lo que es y significa una serie de televisión. Pero no, Gilligan no lo concibe y acabó nada más por seguir las órdenes del dinero, dar un producto «fan service» como la producción de dos capítulos más de la serie que vienen totalmente a destiempo. Para recordar la serie, para que nos dé ganas otra vez de revivir algunos momentos, personajes y ya, nada más. No tiene otro objetivo esta película. En cierto sentido, sí, sólo es una simple carta de amor a Jesse Pinkman.

Este producto cuenta con cosas positivas.
Uno, las actuaciones. El trabajo de Aaron Paul es espectacular, retoma a su personaje enteramente, se vuelve a encarnar, pero ya resulta un poco absurdo después de los años también tratar de replantear a ese personaje que era bastante inmaduro y adolescente. Todo el reparto es espectacular, pero sirven a otro capítulo más, extendido. 
El guión por su parte, resulta estúpido. No está bien trabajado el guión, mucho menos la historia, la narrativa. Lo único que nos cuentan es el lapso de transición entre lo que decide hacer un Jesse que ya es libre. Ya lo sabíamos, encontró la redención, obtuvo libertad, logró escapar, y ya el destino se encargaría de seguir contando su historia y su narrativa. Pero no, Gilligan quiere hacer esto, por pura nostalgia y negocio de Netflix.

La participación de Jonathan Banks como Mike, es irrelevante. Aparece al principio, y ya nunca más lo volveremos a ver. Bryan Cranston, el personaje central y fundamental, de igual forma, aparece para nada. No tiene relevancia Cranston aquí, sólo es puro relleno, minutos para alargar el capítulo extendido.

La historia acaba por centrarse en la relación de Pinkman, con Todd—interpretado por Jesse Plemons. Esto resulta un poco interesante, pero también, son minutos. Ya sabíamos que Todd era un psicópata, pero aquí no pasa nada, sólo es tiempo y tiempo para que pierdas tu tiempo en nostalgia de la serie que te hizo vibrar.

Y es que Gilligan no es consistente y coherente en nada.
De pronto Jesse ya tiene un corazón noble, pero al tiempo, ya es frío y vengador. Jesse está traumado con la violencia, pero al tiempo se le olvida. A veces perdona, a veces es implacable. Cuando tiene que ser un maldito, es débil, y cuando debería entonces ser noble, es un maldito. Jesse no quiere matar y no quiere lastimar más, pero luego, de pronto se le olvida y por dinero hará lo que sea. Ama a sus padres, pide perdón pero vuelve a ir a robarles.

Yo resalto el súper trabajo de Robert Foster.

Nada más.

Erick Xavier Huerta

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