#CINEXHS BARDO Falsa crónica de unas cuantas verdades
BARDO
Falsa crónica de unas cuantas verdades
“De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”, pronunció Salvador Dalí respecto a su visita en el país azteca.
Dirigida por Alejandro G. Iñárritu, escrita por Alejandro G. Iñárritu y Nicolás Giacobone.
Protagoniza Daniel Giménez Cacho, Griselda Siciliani y Ximena Lamadrid.
La película más personal de Iñárritu, una experiencia onírica, visualmente un deleite, una obra de arte de la cinematografía.
La película es centralmente el gran performance de Daniel Giménez Cacho.
Una obra maestra del séptimo arte. Fotografía, cinematografía, música creada por el propio Iñárritu, grandes actuaciones abordando temáticas de suma complejidad para explicar en tan solo dos horas la trascendencia, bajo la experiencia de un personaje: Silverio Gama.
Iñárritu presenta a un periodista, oficio donde se da tradicionalmente una tremenda complejidad, entre quien tiene que comportarse institucionalmente, pero rebelarse y revolucionar institucionalmente, buscando la verdad, buscando los cambios trascendentales; recordando un pasado violento que marca a la sociedad, parte de la genética de un país, de los encuentros y desencuentros entre pueblos, en una historia de clases y poder: México-Estados Unidos de Norteamérica.
Mientras unos paisanos ya se creen superiores a otros por haber dejado su lugar natal, otros tratan de defender sus raíces. ¿Qué hace nuestra historia en nuestra psique? A México lo han invadido, conquistado, abusado, y ese miedo está latente, un trauma que socialmente se debe enfrentar para poder sanar. ¿Por qué luchamos o qué defendemos? ¿Nuestra soberanía? ¿Cuántas mentiras nos han dado políticos que por poder se dicen ser soberanos, pero en los hechos siguen dando el país a los poderosos, como ocurrió en época de Santa Anna?
Los políticos pueden establecer narrativas de consultas populares para legitimar, bajo narrativas de lógica y razón, el atropello, el abuso y la sumisión.
Iñárritu hace una crítica feroz de una historia que ha tratado más de semejantes contra semejantes que de razas contra razas, que de clases contra clases, que de fronteras contra fronteras; pues somos una misma especie, una sola raza. Eso lo presenta en la radiografía de todos los actores secundarios que presentan lo que imagina y observa Silverio.
Pero más allá de todo eso, más allá de la complejidad de lo público, lo verdaderamente importante y lo que trasciende es el ámbito personal, íntimo en el escenario de conciencia. Por eso Silverio deambula, en primera instancia, entre recuerdos, memorias, reflexiones y sueños de lo que ha significado lo público, el imaginario colectivo, aquello que pretende que Silverio sea lo que no es, y a lo que ya ha renunciado imitar y tratar de ser.
Primera parte, el abandono del ego. Silverio regresa a México, y regresa al ámbito donde impera el ego, el show, el juez del imaginario colectivo. Renuncia a eso, y lo ha abandonado ya hace tiempo. Segundo acto, Silverio sabe que es lo que es, dueño de sí mismo, dueño de su destino.
Lo maravilloso de este nuevo trabajo de Iñárritu, es que hace una oda a su raíz y origen mexicano y explica cómo incide todo ello en el centro de su proyecto de vida, al tiempo en que plasma y contempla el proceso de unidades psíquicas de tiempo que fundamentalmente son todo lo que importan en un código áurico. Es fenomenal.
Otro punto importante, el duelo. Todo el tiempo estamos viviendo micro duelos, duelos centrales, lo perdemos todo y lo verdaderamente importante es el vínculo que construimos. Un embarazo puede forjar uno de los vínculos de intimidad compartida más poderosos que puede haber en un recién nacido que muere prematuramente. Es el significado que le damos a cada una de nuestras experiencias de vida lo que marca lo importante y trascendente. Aquí no cabe el tiempo ni tampoco el espacio, habitamos un mismo mundo, un mismo universo.
Para alguien de pronto un embarazo no puede significar nada, y puede decidir no abortar y tener al hijo y aún pasando cincuenta años, no se forja un vínculo de tremenda importancia, significativo.
Iñárritu nos demuestra que no hay nada pequeño ni nada intrascendente. Un hijo esperado puede marcar profundamente una historia de vida, y puede enseñar con profundidad lo que significa el amor, aún cumpliendo apenas un par de días de existencia, morir antes de poder estar unos meses en esta tierra. La perdida de un hijo apenas en un embarazo puede marcar todo un destino, sin haberlo podido escuchar, sin haberlo podido ver crecer, el vínculo está en el corazón, y nunca se pierde, todo se transforma.
El amor a los padres.
Hay una escena tremendamente poderosa, en un contexto bastante mexicano, surreal, portentoso, donde Silverio se reencuentra con su padre. Iñárritu plasma con realismo mágico el sentido que muchos tenemos siempre frente a nuestros padres, siempre los vemos grandes, siempre nos vemos más chicos que ellos, parecen inalcanzables.
El universo es un espejo, nos proyectamos los unos en otros, al tiempo en que buscamos crecer juntos, evolucionar y trascender como una sola especie, una sola familia.
Vivimos, como se dijo en Tenet de Christopher Nolan en un mundo crepuscular. A diferencia de Nolan que trata el tema de los sueños de forma espectacular con historias de violencia y guerra; Iñárritu plasma la poesía y justamente nos señala que no sabemos bien dónde ha comenzado la realidad y comienza la que sigue, entre lo que inicia y termina pero estamos siempre en lo mismo. Estamos inmersos en el absoluto.
Me parece una genialidad y una gran valentía de Iñárritu al romper paradigmas y presentar con maestría su visión sobre el código áurico, el duelo, las unidades psíquicas de tiempo, el poder de los sueños y la incertidumbre y el camino y flujo de nuestro ser rumbo a la muerte y la trascendencia.
Todas las películas de Iñárritu hablan sobre el amor, pero esta es su obra maestra; hablando de sus afectos, de sus amores, de los personajes verdaderamente importantes, los vínculos significativos en un proyecto de vida. Cuenta mucho en la tradición de biutiful, película que también está centrada en un personaje «Uxbal», interpretado magistralmente por Javier Bardem.
Entrañable y gran obra maestra.
Erick Xavier Huerta
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