¿Qué Culpa tiene el Niño? ¿Qué culpa tiene México? ¿Qué culpa tiene el mercado? ¿Qué culpa tiene el cine?


Uno gusta de ir al cine, a disfrutar de la oferta del mundo, del neoliberalismo, del libre mercado, del intercambio de culturas a través de la visión del mundo de distintos seres ubicados en espacios y contextos diferentes, conectados por el mismo crecimiento, por el entorno, por los mismos, fines, la familia, la cultura, la educación, el gobierno y la sociedad, y el arte.

He perdido tantas películas, y he luchado por ver muchas otras. Hay películas que sólo se exhiben en los festivales de cine. Hay películas que jamás volverás a ver. Tal vez de ahí mi obsesión por consumirlas, por comprarlas, por coleccionarlas, por reavivar las emociones, los aprendizajes. Remembras y resientes en cada escena de forma distinta, lo que has vivido, lo que despierta en tu alma una película. 

Hay momentos en que gustas de ir al cine, para distraerte, para pasar un buen rato, para dar el beneficio a una película en cartelera. Pero en mi país, México, no impera el libre mercado, ni mucho menos la ley de la oferta y la demanda. Parece un estado cerrado, e intercambia cultura solamente, cultura hegemónica con el statu quo de los Estados Unidos de Norteamérica. Nos perdemos de mucho, de mucho cine latinoamericano, europeo y asiático. En nuestras vidas los reyes son George Clooney, Brad Pitt y Jesús Ochoa, Eduardo Yañez, Karla Souza, los nobles, el mainstream, el grupo estelar predilecto del cine mexicano, del nuevo cine mafia que acapara las salas, que negocia hábilmente con Cinépolis para imponernos productos de esta naturaleza, «¿Qué Culpa tiene el niño?». Porque así fue, así es. En provincia, los gerentes de Cinépolis son peores que el intervencionismo del Estado. Deciden y dictan a nuestras vidas que poder ver y consumir. No hay oferta ni demanda. Estamos apáticos, esclavos de lo que ellos quieren imponernos para nuestro consumo. De forma grosera y ruda, nos establecen un producto por todos los medios de comunicación posible, advirtiendonos que será lo que debamos ver en su momento, en la coyuntura de nuestra historia y del mundo del séptimo arte. 

Sí me sentí muy menospreciado, y miré cómo vilmente la ignorancia impera. Ellos nos han despojado de nuestra dignidad. Porque sirve como un ejemplo tremendo, observar, que le llaman cine a un producto que no está dentro de los preceptos. Que es producto que carece de guión, de historia, de estructura narrativa, de actuaciones, de premisa, de encuadres, de uso fino de la técnica cinematográfica, de la puesta en escena, de la corrección de color, del uso de filtros, del formato. De todo. Vuelven a recurrir a una fórmula de maquinar un producto para "cine" en una fábrica de telenovelas de televisa, con actores de la misma empresa, para fine de relleno en su nueva plataforma "Blim", donde la misiva fundamental ahorita no es producir calidad, sino contenido para ofertar en esa barra de programación a los usuarios que se han atrevido a pagar y mirar intentos mediocres como la serie de 40 y 20 del mismo director, Gustavo Loza. 

Hay mucha gente esforzándose por ser un verdadero artista, por escribir bien, por recrear en las almas experiencias de crecimiento, de fulgor, de alegría. Gustavo Loza no sabe lo que es escribir. Parece que nunca ha visto una película. Parece no tener fundamentos. Su misión, meramente económica lo despoja de la sensibilidad humana y de la aproximación a retratar nuestra realidad, aún cuando es sentido de comedia, sátira, ironía y humor negro.
Ustedes pueden verificar su filmografía, su literatura, sus escritos para televisión y cine. 

Es una mala referencia.

Gustavo Loza, apoyado por Karla Souza como productora, imprimen un producto que denosta la mexicanidad. Se burlan, de forma mezquina y vil del prototipo popular que impera en nuestro país. Y la gente ríe. Y yo reí de los chistes de Jesús Ochoa, que me parece de lo mejor, tal vez, el que carga con la película junto a la protagonista Karla Souza. 

No pude concebir ni estar tranquilo esta historia. Primero por las graves desentonaciones en el aspecto visual, con el recurso explotado del uso del dron captando imágenes en resoluciones de 480 pixeles, muy abajo de la alta definición. Después. por el primer cuadro, robando las premisas de "The hangover", de «ligeramente embarazada» una serie de robos para construir con pequeñas ideas ya hechas, otra historia sin propósito mayor, que la burla. 
El so-protagonista de Souza, el actor Ricardo Abarca, es un chico prototipo del CEA, vividor y fiel representante de la colonia Condesa en la ciudad de México, del gremio "fresa" que vive al estilo de los artistas de Blim. Abarca es el encargado de representar a la cultura popular en la tradición de la telenovela televisa, con un cuerpo escultural, cuidado con yoga y comida orgánica. Sin importar que la comedia, también debe tener sentido, respetar incluso, que la gran masa popular en México que no puede estudiar preparatoria abierta, no tiene conciencia ni razón del buen cuidado de la salud, de la buena nutrición, porque tampoco alcanza el bolsillo para solventarlo. 

El personaje de Abarca es hijo de una mujer tradicional del México popular en la ciudad de México. Sin embargo, Abarca posee una dentadura perfecta al igual que el personaje de su co-protagonista, Souza, una mujer que sí es de clase alta, hija de un poderoso político del México contemporáneo. Se mofan irrespetuosamente, al estilo de los peluches, del universo de Derbez, sin embargo todavía el mismo Derbez ha tenido mayor intento en que ese universo encaje en el cine adoptando estilos de la cinematografía y narrativa de Sandler, o de mucho del gremio satírico y sarcástico de los estados unidos. Pero aquí, aquí me parece que no funciona, porque no lo hacen en la tradición de los hermanos Farrell, con Jim Carrey en «Me, myself and Irene». Es una mezcla grotesca de drama, comedia, sátira, ironía, fomentando mofarse de la propia desgracia de México.

Nadie se cree su personaje, es un desmadre y lo soportas por la cercanía y complicidad que tenemos con nuestros aristócratas, los reyes del mundo del espectáculo, esa pequeña mafia que controla el negocio del arte, de la cinematografía en este México que busca financiar productos para rellenar espacios, en las nuevas plataformas, en los nuevos negocios. Pero es un producto que no merece ni televisa. Debería pasar por televisión azteca y resulta lamentable, vergonzoso, incluso para un inversionista que lo único que ha buscado, es generar empresa, dinero.

Es el momento más importante de la bella Souza, y regresa a México para eso. Pero ella lo ha elegido, eso ha querido.

Y nos reímos, por compromiso, por imposición.

Lo que buscamos con generar opinión pública, es mantener y rescatar nuestra dignidad como cinéfilos, consumidores y adoradores del arte. 



Erick Xavier Huerta



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