The theory of everything/ La teoría del todo
Han pasado algunos días sin ganas de escribir mi apreciación sobre la película de James Marsh acerca de la vida sentimental de Stephen Hawking, el hombre que ocupa los zapatos que dejó Albert Einstein.
Esta historia está basada en la obra de Jane Hawking, ex esposa del científico, donde narra su vida a su lado. Por eso, esta película es una historia de amor y no de ciencia ficción y matemáticas.
Hay una carga cursi en toda la película, desde el título que alumbra que la teoría del todo es el amor.
En un inicio, tenemos la descripción de los personajes.
Stephen Hawking es un joven con un futuro prometedor justo cuando va iniciando su doctorado en cosmología y debe aterrizar y escoger un tema para su investigación doctoral. Por otro lado, está Jane, una mujer religiosa y amante de la poesía, que posee un posgrado y que también anhela conseguir un título doctoral. Ambos se miran en una fiesta, se gustan y comienzan una relación que se ve en crisis cuando a Hawking le diagnostican su terrible enfermedad que tiene que ver con la neurona motora que da funcionamiento al cuerpo.
Hawking debería vivir solamente dos años después de su diagnóstico. Pero, al parecer, el amor y la sensibilidad de Jane, le llevan a lanzarse a una aventura incierta contra todo pronóstico, por salvar y estar al lado del hombre que cautiva sus sentimientos. Y también por una fuerte carga de la mentalidad religiosa que convierte la psique en un juego de pensamientos que construyen mártires.
Jane es una mártir, una víctima de la enfermedad de su esposo. Esa enfermedad es su cruz y Jane la carga muy bien.
Evidentemente, Marsh protege la vida de Jane tratando de pintarla como una mujer fuerte sin connotaciones religiosas, aunque sea imposible alejarla de esa esencia.
Durante toda esta narrativa clásica en todos sus ámbitos y con errores garrafales en cinematografía y dirección, James Marsh consigue que sus actores brinden interpretaciones impresionantes, dignas de nominaciones y aspiraciones al óscar.
Comienzo con Eddie Redmaye, quien carga con la película y quien brinda una verdadera cátedra sobre la actuación.
Eddie Redmaye actúa con los ojos, y eso es algo muy difícil, algo que solamente los grandes han podido lograr y Redmaye con enorme juventud se catapulta como un actor histórico.
Eddie Redmaye impone una actuación esencial sobre el espíritu de Hawking y lo honra con brillo y fulgor.
Sin palabras, vemos la genialidad, la visión, el sufrimiento, la indiferencia y la gran fortaleza de Hawking a través de los ojos de Redmaye.
Es una historia increíble. Una historia que supera la ficción. Y donde aprendemos que hay un destino y una fuerza que conduce las cosas. Si no fuese por el amor y el sacrificio de Jane por su esposo Stephen, éste no hubiera encontrado y publicado un conocimiento que cambió el rumbo de la historia, que expandió la conciencia y que ayudó a subir plataformas de pensamiento que nos ayudarán a la humanidad a construir avances tecnológicos y a descubrir fronteras que jamás hemos podido imaginar.
Fue gracias a Jane, que Hawking pudo vivir y convertirse en una pieza fundamental para el devenir científico de la humanidad.
Esa es otra gran conclusión-la combinación bella y trascendente que tiene la fe y la ciencia.
Hawking tuvo una vida digna y tuvo dicha y felicidad gracias a hombres y mujeres que tenían fe, que tenían religión a pesar de no ser grandes científicos. la sensibilidad del corazón también logra milagros inesperados, tanto que Hawking tuvo que aceptar en un momento que dios existe, aún con el gran ateísmo que le caracterizó y la terrible enmienda que tuvo que padecer en el desgarrador contacto con la existencia y la naturaleza de las cosas.
Hawking tiene 73 años y se volvió a casar con una mujer llamada Elaine.
Hawking no ha muerto y alcanzó la trascendencia como uno de los pensadores científicos más importantes de la historia.
Hawking no se podía mover, no pudo hablar. Aún así escribió libros y fue un gran pensador. Su cerebro no ha cedido. En cambio, personas que tienen manos, brazos, piernas, cerebro, dinámica y movimiento, se deprimen y ven las cosas muertas sin trascendencia, sin logros, sin alcance.
¿Qué daría Hawking por volver a mover las manos para sentir la escritura de una pluma y poder plasmar en hojas blancas todos sus pensamientos matemáticos y su filosofía sobre el universo?
Dios existe.
Felicity Jones me cautivó en la película «like crazy». Es una gran actriz y te enamoras de ella. Te vuelves a enamorar aquí, por su temperamento y la fuerza con la que interpreta a esta mujer sacrificada por sobrellevar la carga de la enfermedad de su esposo y sus tres hijos. Y con todo ello, estudió su doctorado.
Felicity Jones se consagra como una verdadera gran actriz.
De igual forma, el actor David Thewlis muestra grandeza, una actuación sobresaliente. Recuérdenlo en su performance en la saga de Harry Potter y su co-estelar con Brad Pitt en siete años en el tibet. David Thewlis pasa por su mejor momento.
Un verdadero gran actor. Merecía una nominación a mejor actor de reparto.
Es una buena película por eso, la historia de Hawking, el amor y las grandes actuaciones.
Pero con justa razón, no le nominaron a mejor director a James Marsh por sus terribles y grandes errores por estar queriendo imprimir demasiada cursilería en sus cuadros, con montajes absurdos y un recurrente uso de filtros de cámara súper ocho, de "old school", back to the basics, que no venían al caso y que provocaron echar a perder muchos momentos importantes en la película.
Erick Xavier Huerta S.
—Por último, en el estudio sobre el tiempo y el origen del universo que se expande y no tiene límites, que se contrae y genera nuevos mundos, hoyos negros, incertidumbre y espacios infinitos. El amor nace con el contacto de los ojos, en la ilusión del amor, y después en el arrojo y en la creación.
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