THE FLIGHT

La verdad, Denzel Washington rompió en pedazos mi alma.

Esta vez Robert Zemeckis no se quiso pasar de creativo e hizo una historia simple, en términos de producción, comparado con otras que ha hecho-Forrest Gump, o Volver al Futuro. Aquí simplemente retrata el contexto actual de los Estados Unidos, su enorme problema de salud pública y pone sobre la mesa la cruda verdad en el debate de las drogas; pues no es una cuestión de las drogas per se, sino estriba la problemática en los consumidores, las millones de personas que habitan en una sociedad que no sacia su voluntad y la reprime, la evade, la sataniza haciéndole grandes estragos de ansiedad que se están saciando en vicios, el alcohol, las drogas y la criminalidad. Todo para evadir la realidad porque vivimos en un mundo que grita dolor, angustia y exige que le sanen.

¿Cómo hacer para que una sociedad apática y con tremendo dolor, pueda encontrar actos de bondad para tener paz y tranquilidad?

Es un problema común que se está propagando por el mundo. Es una cuestión en que el ser humano es atraído por los tabúes y lo prohibido, somos los Adanes que siempre son seducidos por lo que no debe ser. Queremos romper las fronteras y hacernos los héroes, los estandartes de lo nuevo, el uso indebido de las cosas que dictan los poderosos. De esta manera, la película centra su atención en escribir una crítica hacia las personas y sus actos inconscientes para cometer actos de autodestrucción y terminar, en este caso, siendo víctimas de las drogas, una cárcel sin salida.

El guión es fenomenal, en el sentido en que retrata el perfil absoluto del alcohólico-mentiroso, ansioso, presumido de su adicción cuando conviene y olvidado de su responsabilidad con los demás.  Pues aquí loq ue resulta es que, sin la libertad de las drogas da paso al consumo libre de los seres humanos irresponsables, el tema de la salud pública será grave en unos años, y nadie podrá hacer su trabajo con responsabilidad y cuidad, es decir, con corresponsabilidad al trabajo por el bienestar de todos. El acto absoluto de la autodestrucción.
 Y Denzel Washington presenta una poderosa actuación que deja en duda quién ganará la tan añorada presea. Denzel se merece la nominación y el premio, veremos. Washington acapara toda la película, de hecho Zemeckis trabaja para él y esta puede ser la virtud de su dirección, pues pareciera que no está Zemeckis ahí, todo el peso lo trae Denzel Washington. Cada toma, cada plano, el guión, el parlamento y los manejos de la cámara centrados en la gran figura del personaje que toca interpretar a Washington. Existe una escena donde se desprende todo el dolor de este personaje por un vicio que le aleja de sus seres queridos, que no sabe cómo lidiar con él y que le va dejando solo, frío e inmóvil por no querer vivir y tener actos de autodestrucción lentos y dolorosos hasta el punto en que no puede más con la carga de una conciencia que le dicta su traición al honor que un día tuvo.

Esta poderosa película nos arroja que la legalización de las drogas no es una solución ante un problema existencial que viven millones de seres humanos de no querer estar aquí, y que en cambio, buscan placeres momentáneos o nuevas cárceles para evadir la realidad que tanto dolor les produce; ellos buscan nuevas formas de dolor, nuevos argumentos para no ser los mismos, atraídos por amigos, la prohibición del Estado, el tabú eclesiástico o los excesos que sacian la rabia de la vida brutal y oscura que a muchos los abraza con sangre y pena.

Una gran película, con tremenda reflexión acerca de lo que somos y nuestro deber con el prójimo.

¿Quiénes somos y por qué hacemos las cosas? ¿Somos realmente libres? Esta es una película que da inicio a romper con un paradigma que simplemente arroja cuestiones llanas de estar aquí sin sentido y causa.

EXHS

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