GONE GIRL/PERDIDA

Ella se fue, y quedó en suspenso la población, y esa duda que embargaba a todos y exacerbaban los medios, provocó que se convirtiera en una historia llena de ternura, con atmósfera de miedo y perversión en la población fanática de los nuevos mártires, los nuevos dioses, el nuevo entretenimiento por buscar soporte siempre, en la miseria del otro.



Escrita como novela y adaptada al cine por el mismo autor, Gillian Flynn; David Fincher retrata en cine la historia de una mujer que desaparece y que desencadena una alarma nacional, un espectáculo como Paulette en México, como las etiquetas de la novia de México y las especulaciones sobre quién es malo y quién es bueno.

David Fincher entrega otro producto con fineza en toda su producción; con especial énfasis en el trabajo de Trent Reznor y Atticus Ross, encargados de embellecer y reforzar el aire de suspenso y cambio de perspectivas, de mentes, de ideas que modifican la realidad continuamente provocando una confusión que cada vez más, aleja la verdad y la vuelve imposible de alcanzar y de construir.

"Perdida" es un filme que comienza lento, pausado, con una bella fotografía siempre latente, parecido en su montaje absoluto a «Los hombres que nos amaban a las mujeres» con la misma técnica sobresaliente en fotografía, con mucho mejor ritmo y mayor ambientación, mayor atracción al espectador al punto de perder su ambición de seguir la línea de la película cuando es sorprendido de forma brutal y se inmiscuye en la narrativa y se vuelve presa de la confusión. Porque es un "thriller", perfectamente armado, capaz de explicarnos, con finura y detalle, cada pieza clave que compone la sinfonía de la sociedad occidental, su modus vivendi, su status quo, su predictibilidad, su infierno y su inalcanzable redención.

"Gone girl" es una radiografía de las etiquetas sociales, los mecanismos paradigmáticos que mueven cada uno de los personajes que construimos desde que referimos en el seno familiar la figura del hombre y la mujer a través de nuestras figuras inmediatas de ese ejercicio de paternidad. Imágenes y figuras icónicas, de comportamientos y movimientos, lenguajes y protocolos impuestos desde los medios de comunicación, en el círculo vicioso que todos asumimos y respaldamos: criticar la violencia, y consumirla; criticar los protocolos, y reafirmarlos; apostar por los idealismos, y desencantarnos.

La figura del hombre y la mujer no son libres; son presa de la construcción mediática y de control de las altas esferas. Tal vez es la construcción que nadie quiso, de una prisión que es difícil de previsualizar hasta que llega el desencanto.
Los hombres aman a las mujeres bellas, que hablan bien, que vienen de una familia acomodada; que cumplen con ciertos requisitos de estatura, de educación, de vivienda, de locación geográfica y de consumo de bienes materiales. De igual forma el hombre, que debe cumplir con su función, de ser diferente y ser exitoso en el dinero, de moverse y vestir, de hablar y de ser genuinamente "alguien especial". Y eso termina, en el matrimonio, en el desnudo de los cuerpos y las almas, cuando salen a flote los demonios, o la parte oscura, lo difícil de la vida, cuando se va el maquillaje, cuando se desata la neurosis, la histeria y la economía coadyuva a desenmascarar que nadie es perfecto, que el dinero se va, que es difícil de mantener en las manos y que ya no alcanza cuando se vive en pareja y se pretende tener hijos, no ahora, no en las crisis concurrentes de la economía mundial.

Está perdida, porque es una etiqueta y la han desenmascarado.
¿Y quién posee la verdad? David Fincher, como en ninguna otra película que haya visto en mi carrera de apreciación cinematográfica; logra exponer la realidad, y logra desmitificarla y distorsionarla a través de la mirada y pensamientos de sus personajes principales (Ben Affleck y Rosamund Pike).

Creo que Ben Affleck consagra y catapulta nuevamente su carrera a la historia con este producto cinematográfico, inflexión también para Rosamund Pike que pretende óscar sin duda, y que acapara los aplausos con cierta impresión al miedo y al rencor en todos los que miramos el desempeño actoral tan poderoso que abraza, durante toda su proyección, a nuestro ser para olvidarnos del mundo y el universo.

Es una película que a mitad de su proyección, envuelve y sacude las conciencias; y te deja pasmado y reflexionando varios días después, como ha sido mi caso, para poderme atrever a describir y escribir un poco de lo que pienso acerca de lo que tuve oportunidad de ver en la nueva producción fílmica de David Fincher, quien siempre, deja satisfechos a los seguidores de su filmografía y a los espectadores amantes del buen cine.

Hay escenas memorables y recursos técnicos de montaje que ya hemos visto, y que son buenos, porque reafirman el valor de cine de autor de Fincher. 

En algún punto de la historia, o en otro mundo, le envié poemas y fui historia de amor de Rosamund Pike. Es una gran mujer, con una gran belleza y con una intempestiva fuerza actoral. Es deslumbrante en cada filme que hace.

Al final, es difícil concebir el sueño.
Porque todos somos parte del mismo circo.



Erick Xavier Huerta Sánchez

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